Vegetación

Una de las señas de identidad de La Pedriza es sin duda su intenso olor, proveniente este de plantas como el tomillo, el cantueso, el romero y el brezo que se mezcla con el de los pinos, pero sobre todo, con el de la jara pringosa, muy abundante en las laderas soleadas a no mucha altitud. La resina de este planta, al calentarse con el sol, desprende un olor muy característico que inunda todo el lugar.




Hasta los 1.400 metros de altitud encontramos laderas que poco a poco van siendo cubiertas por la Gayuba. Enebros, algún alcornoque y encinas, el árbol autóctono por excelencia que lentamente va conquistando la Pedriza, desplazando las enormes repoblaciones de Pino Laricio y Cipres de Arizona que fueron llevadas a cabo a mediados del siglo XX y que han ido depositando poco a poco materia orgánica, generando un suelo fértil, antes pedregoso y estéril, de escaso arbolado.


Laderas cubiertas de Gayuba.


Enebro.


En referencia a este "escaso arbolado" de antaño, encontramos este texto perteneciente a la "Guía de los sitios naturales de interés nacional- Sierra de Guadarrama" publicado en el año 1931 por la R.S.E.A. PEÑALARA:

     "el arbolado en la Pedriza puede decirse que no existe. Tan sólo en las zonas no muy elevadas de la Pedriza Posterior, algún pino solitario se conserva aún, destacando entre los canchales y peñones. Su tronco y ramas, maltratadas por el viento, al crecer toman formas extrañas, y aun a veces fantásticas, las cuales contrastan con la esbeltez y arrogancia de los que crecen en los extensos pinares de Valsaín y de la Acebeda".

Afortunadamente, hoy no es así, y podemos disfrutar de extensas masas de arbolado.


A mayor altitud, hasta los 1.600 o 1.700 metros podemos encontrar ejemplares de roble melojo, y más arriba, solo encontramos el pino albar, con alguna muestra centenaria en el camino de las zetas y cerca de los Chorros. Más arriba, los piornos.


Hojas de roble.


A la orilla de los ríos, cerca del agua, encontramos sauces, fresnos, álamos y algo más escondidos, acebos, tejos y arces de Montpellier. También escaramujos, majuelos, zarzamora...

En primavera, sin duda, la jara, con sus llamativas flores, cobra un protagonismo especial, salpicando de blanco casi la totalidad de la Pedriza... hacia mediados de mayo es un verdadero espectáculo poder contemplar esta explosión, junto a otras flores como las amoratadas del cantueso, el intenso color de las peonías, las amarillas de la retama, los narcisos, jacintos silvestres, gamones...

Jaras.

 
Cantueso.
 
 
Peonía.


Narcisos.



Gamones o Vara de San José.
 
Jacinto silvestre.
 
 

Agua


     La proximidad de La Cuerda Larga, con altitudes superiores a los 2000 metros, hace que la Pedriza reciba un generoso aporte del agua proveniente de las nieves que durante buena parte del año se acumulan en esas montañas.


Cuerda Larga sobre La Pedriza.
 
 

     La abundancia de acuíferos subterráneos nos proporciona un gran número de manantiales naturales. También son frecuentes pequeñas canalizaciones y recogidas de aguas necesarias para las fuentes que encontramos junto a los caminos.


Fuente de Las Casiruelas

                       



Fuente de Pedro Acuña, junto al refugio Giner de los Ríos.



     La de arriba es la fuente de Pedro Acuña en memoria del montañero fallecido en 1961 al descender del Huascarán en los Andes del Perú, a 6.768 metros. La fuente se encuentra en las proximidades del refugio Giner de los Ríos y se inauguró en 1963.

http://desnivel.com/cultura/50-aniversario-de-la-primera-expedicion-espanola-a-los-andes-del-peru-que-abrio-via-en-el-huascaran

     Esas mismas aguas nutren una serie de pequeños riachuelos, como el Arroyo de la Majadilla, el Arroyo de la Ventana, el de los Poyos, el de los Hoyos, de los Gavilanes etc.. que luego verterán al río Manzanares.

     El río Manzanares nace en la Fuente de la Teja, a 2200 metros de altitud, en el Ventisquero de la Condesa, situado entre la Maliciosa y el Alto de Guarramillas (Bola del Mundo). Poco a poco, va engordando con las aguas del deshielo, formando unas imponentes cascadas en el tramo conocido como Los Chorros.

                                                                  

 
  
Los Chorros.
Lope de Vega:
"Manzanares claro,
río pequeño,
por faltarle el agua,
corre con fuego".

Francisco de Quevedo:
"Manzanares, Manzanares,
arroyo aprendiz de río...
muy hético de corriente,
muy angosto y muy raído,
yo soy el no avariento,
que en estos inviernos frito,
una gota de agua sola
para remojarse pido".

    Más abajo, tras recoger las aguas del Arroyo de la Majadilla y pasar por la Garganta de la Camorza, llega hasta el embalse de Santillana, y sus aguas sirven para dar de beber a los habitantes de la ciudad de Madrid.


Embalse de Santillana y pueblo de Manzanares el Real.

     La calidad de las aguas de la Pedriza es excelente, debido a que el granito deposita muy pocos residuos y no altera su pureza.








     Encontramos la siguiente descripción en el libro que Juan Almela Meliá escribió en el año 1918 Andanzas Castellanas: "por un angosto cauce labrado por las aguas durante miles de años chocando contra bloques que pesan muchas toneladas, sobrepasando peñascos, deslizándose entre riscos, el río Manzanares ruge con voz poderosa, repetida por miles de ecos desde los quebrados muros que le aprisionan, llena el espacio y oprime el espíritu... El agua ofrece, entre las rocas de granito, remansos purísimos; al rebasar los bordes de estos remansos, despéñase el líquido formando espléndidos chorros, como se dice en el país, o cascadas, como se dice en la literatura..."


                                    Charca Kindelán o Charca Marisol.







Charca Verde